Para evitar que el descontento en la calle se traslade a las urnas, Artur Mas propugna un nuevo pacto fiscal, similar al del País Vasco, y lo presenta como única alternativa a los recortes sociales
MIQUEL NOGUER 02/10/2011
Nueve meses de Convergència i Unió (CiU) en el Gobierno de la Generalitat han convertido Cataluña en un laboratorio donde se busca cuadrar una fórmula imposible sin que estallen las probetas. El presidente Artur Mas es el alquimista que intenta reconducir, sin subir impuestos, un déficit que en 2010 fue de 8.400 millones, el doble de lo previsto. Hospitales, ambulatorios y centros de atención social viven casi en estado de excepción con protestas a diario por unos recortes draconianos que el Gobierno autónomo insiste en calificar de "inevitables" y que la principal asesora de Mas en materia de política social ha avisado de que pueden conducir a una "explosión social". Farmacias que no cobran a tiempo, problemas de tesorería para pagar los geriátricos y peticiones a los médicos para que renuncien a media paga navideña forman ya parte del paisaje diario. Pero la alquimia produce pócimas y CiU cree haber encontrado la suya para evitar que el descontento de la calle se traslade a las urnas. Esta consiste en convencer de que buena parte de estos recortes serían evitables si Cataluña fuera dueña de los impuestos que pagan los catalanes, redujera su cuota de solidaridad y adoptara el sistema de concierto económico del que gozan el País Vasco y Navarra.
Mas se ha agarrado a este mensaje como a un clavo ardiendo. Y lo repite como un mantra ante todo tipo de auditorios. El concierto económico como antídoto de la crisis y de los recortes sociales. "Precisamente por las actuales dificultades políticas y económicas todas las fuerzas políticas catalanas deben estar a la altura de las circunstancias en lo que se refiere al pacto fiscal", dijo Mas en el Parlamento autónomo esta semana. CiU ha estado en el centro del movimiento social que en los últimos años ha promovido el concierto económico como solución a los problemas económicos de Cataluña. Lo califica de "estación intermedia" en el camino hacia la "plena soberanía" de Cataluña. Y el mensaje ha calado si se toman en consideración las encuestas oficiales de la Generalitat: hoy defiende el concierto económico un 75% de los consultados. Mucho más del 42% que afirma que votaría "sí" a la independencia.
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