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jueves, 3 de noviembre de 2011

La vuelta al crecimiento con otro modelo productivo


Hace tres años la prensa anglosajona titulaba pomposamente con un Se acabó la fiesta para referirse a España y al fin de su llamado milagro económico. Con esta frase lapidaria se dejaba claro cómo el país tenía que empezar a pagar los excesos generados durante más de un década en la cresta de la burbuja inmobiliaria. El principal de ellos, haber generado en muy corto espacio de tiempo un endeudamiento público y privado cercano al 300% del PIB, en el que empresas, familias y Administraciones conjuntamente han contribuido de forma determinante.
Tras varios trienios en el que el PIB aumentaba a ritmos cercanos al 5% y los ingresos tributarios lo hacían al 20%, la economía se frenó en seco, entrando en una dura recesión entre 2008 y 2010. Este año se inició con un nimio crecimiento (un 0,7% en la primera mitad) que se ha truncado tras el verano. Ahora, las cuentas públicas han dado un nuevo giro hacia el estancamiento según la estimación del Banco de España referida al tercer trimestre e, incluso hacia una nueva recesión, según la OCDE. Con bajo o nulo crecimiento del PIB las posibilidades de reducir la deuda y el déficit fiscal hasta lo prometido a Bruselas se reducen sensiblemente, por no hablar de la dramática senda del paro, instalado ya en la barrera de los 5 millones de personas.
¿Qué se debe hacer para corregir esta grave distorsión? La mayoría de expertos indican que deben combinarse políticas a corto plazo con las de medio y largo alcance. A corto plazo no queda otra herramienta que aprovecharse del sector exterior (exportaciones y turismo) ante la atonía de la demanda interna, perjudicada por los planes de ajuste en el gasto y la falta de confianza general de la economía. Un sector exterior que respondió de forma muy positiva en el primer semestre del año (el turismo creció a tasas del 9% y las exportaciones, del 15%) pero que en esta última parte del ejercicio está dando signos también de deterioro conforme se enfrían las expectativas de crecimiento en los grandes países de la zona euro (Alemania, Francia e Italia), que son también los principales socios comerciales. El escenario de tipos de interés, rígidos a la baja por prescripción alemana, tampoco ayuda. Y la crisis de la deuda soberana incide también en el ahorro y las posibilidades de inversión. Una especie de tormenta perfecta.
Ante tal indigestión de deuda no queda otro camino que el calvario del ajuste, que debe producirse tanto en costes (laborales y de venta al público) como en márgenes (de rentabilidad y beneficios). Instituciones liberales como el Instituto de Estudios Económicos o el Círculo de Empresarios se fijan más en los primeros mientras sindicatos y la izquierda política (PSOE, IU y nacionalistas) se fijan más en los segundos. Pero quizá entre todas estas tareas la más urgente sea la del acceso al crédito. La patronal CEOE urge en su documento a los partidos políticos a solucionar esta situación si no se quiere agravar aún más la muerte decenas de miles de pequeñas empresas.
Respecto al medio y largo plazo, la respuesta, según Analistas Financieros Internacionales AFI), está en el sempiterno cambio de modelo productivo que no acaba de producirse pese a que todo tipo de instituciones, con el Banco de España a la cabeza llevan avisando desde mucho antes de que llegara la crisis. El cambio de modelo, según servicios de estudios como los de Funcas y Fedea, implica que se deje de lado las ramas de actividad tradicionales y para centrarse en las que representen un mayor valor añadido. Dicho de otra forma, España debe dejar de producir bienes de baja intensidad tecnológica y producir más ciencia y tecnología.
Los partidos políticos han incluido en sus respectivos programas esta tendencia aunque con cuentagotas y de forma imprecisa, a juzgar por las líneas hechas públicas hasta ahora. El apoyo a la investigación y el desarrollo y la innovación está incluido en todos ellos pero sin explicitar los instrumentos. El gasto en I+D+i, apenas alcanza el 2% del PIB, según las últimas estadísticas. Y es que la I+D es clave en un país en el que las importaciones chinas, de baja calidad, crecen a un ritmo imparable del 30% anual. El mayor valor añadido debe extenderse también a otras industrias hasta ahora tradicionales como el turismo, según admite el Gobierno saliente. El turismo de 'sol y playa' necesita de una gran reconversión en sus infraestructuras y el de montaña y rural, de un mayor grado de comercialización. El nuevo modelo productivo implica también un saneamiento del inmobiliario para que no se generen más embalsamientos.
Hay nichos en sectores como la dependencia y los servicios sociales, y la posibilidad de extender el conocimiento adquirido en las energías renovables. "La apertura exterior debe potenciarse de la mano de sectores muy competitivos como el bancario y el de las infraestructuras. No todo está perdido pero hay que empezar ya si no se quiere que los emergentes diluyan aún más el peso de España en el mundo", avisan desde AFI.

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