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jueves, 24 de noviembre de 2011

Buscando la ciudad sostentable


La ciudad sueca de Malmoe ha sido una de las urbes que ya se ha convertido en referente mundial de recuperación urbanística sostenible. Además, existen ciudades como Copenhague que tiene previsto ser, en 2025, la primera alimentada por energía eólica y con vehículos que funcionen con eléctricidad o hidrógeno.
La pequeña ciudad portuaria de Frederikshavn, en Dinamarca, aspira a ser, el año 2015, la primera ciudad en el mundo cien por cien de energía renovable, mediante energía eólica, solar, biogás y reciclado de residuos.
En Australia, la ciudad de Adelaida prevé la neutralidad de carbono para el año 2020, mientras que la ciudad de Newcastle, en Gran Bretaña, se ha puesto como meta ser una urbe sostenible para 2025.
La ciudad estadounidense de Phoenix, en Arizona, espera una reducción del 70 por ciento en las emisiones de gas para los próximos años y, de esa forma, convertirse en la primera ciudad americana “cero carbono”.
ORIGINALES IDEAS, CON GRANDES PROYECTOS
Aunque estas metas son lejanas, ya se han comenzado a instalar sistemas de energías limpias para grandes zonas de población. Muchas de ellas participan en programas urbanísticos dirigidos a conseguir ciudades sostenibles. Además del necesario ahorro energético, factores como la salud y la higiene comienzan a ser cuestiones de urgencia.
En estos proyectos tiene mucho que ver la arquitectura y el diseño de viviendas que garanticen el mayor aprovechamiento de energía, pues de poco sirve instalar placas solares o acudir a la energía de residuos si paredes, ventanas y el diseño del edificio no es el apropiado.
Los arquitectos Rosa Cervera y Javier Pioz se dedican desde hace más de dos décadas a la construcción de edificios inteligentes en los que se aprovechan las energías limpias y se cuida que el diseño no solo sea práctico sino también sostenible y agradable.
Cervera y Pioz empezaron a trabajar en este campo en el año 1984, en la Universidad deColombia, una corriente heredera de la que nace en Rusia y en Estados Unidos en los años 60 que se llamó biónica. La biónica analiza seres vivos para conocer su funcionamiento y aplicar ese ingenio en el campo de la industria.
En el campo de la arquitectura Rosa y Javier son pioneros en aplicar las técnicas biónicas. “Nosotros observamos cómo construye la naturaleza y, una vez que tenemos ese conocimiento, lo extrapolamos a nuestros edificios. Todos los seres vivos tienen una máxima que es ahorrar material y energía. Como la naturaleza no puede fabricar grandes columnas de metal ni hormigón recurre, con muy poco material, a geometrías muy peculiares que son muy eficientes y resistentes. Con esa filosofía lo que desarrollamos en nuestros edificios son estructuras que tienen geometrías distintas a las comerciales, además, ahorramos material de construcción y somos sostenibles”.
Curiosos mecanismos que funcionan de forma natural con el fin de reservar y preservar la energía como el que utilizan las flores que se abren por el día para recibir la energía del sol y por la noche se cierran para almacenarla.
“En nuestro estudio, -explica Pioz- se investigan esos mecanismos e intentamos aplicarlos en nuestros edificios para que gasten menos y que puedan reciclar los recursos naturales que hay a su alrededor como son el viento, el agua o el sol, de la misma forma que lo hace la naturaleza”.
El resultado es que la forma final del edificio, señala Ipoz, “es muy diferente porque a los edificios que tienen fuentes sostenibles de energía se les coloca placas solares o algún otro elemento para ahorrar energía. Sin embargo, los edificios que se construyen con arquitectura biónica tienen aspecto orgánico, porque las geometrías que se usan son muy distintas y el aspecto resulta diferente”.
LO PRIMERO, “SALUDABLE”
Carmen Blasco es directora de la cátedra de Municipios Sostenibles de la Universidad Politécnica de Valencia. Para ella, el principal requisito que ha de tener una ciudad sostenible es que sea saludable. “Se habla mucho de sostenibilidad en economía o en temas ambientales, pero creo que hay que empezar por pensar en una ciudad saludable”.
“Desde mi disciplina –explica Blasco-, lo que siempre se ha buscado ha sido la higiene, muy vinculada al avance del urbanismo. Eso no quiere decir que haya otros requisitos que se tengan que contemplar, como que una cuidad para que sea sostenible debería de ser más participativa”.
Para la especialista, uno de los mayores problemas con el que nos tenemos que enfrentar en las ciudades en la actualidad es el de la movilidad. “Las ciudades no son amables, no son agradables. Tenemos que entrar en un comercio para descansar un rato, pero cuando sales de él te vas corriendo a otro sitio o a hacer otra actividad”.
Dos factores más, resalta Blasco, para que una ciudad sea sostenible “tiene que ser atractiva y tener actividad, y eso no se consigue si la ciudad no es amable ni apacible. Para ello, es fundamental que haya un cierto nivel de conciencia o de cultura”.
CULTURA Y CONCIENCIA
“En algunas ciudades, sobre todo europeas, sus habitantes no soportan ver algo tirado en el suelo, mientras que en otras no nos supone ningún trauma tirar cosas constantemente. Son poblaciones que tienen un cariño especial por su ciudad y, en ese sentido, la cuidan y la miman. En las segundas es como si lo público no nos perteneciera del todo y dejamos que se convierta en un basurero. Cuando hay cierto nivel de conciencia y de cultura, un término tan ambiguo y tan amplio como el de sostenibilidad se va perfilando”.
Para Carmen Blasco, “toda tecnología en favor de las energías limpias está muy bien, pero no debemos dejarnos guiar únicamente por las tecnologías, porque ellas nos han contaminado mucho. Tenemos lavadoras, frigoríficos, pero resulta que estos últimos afectan al cambio climático, con las emisiones de CO2 y son uno de los restos más difíciles de reciclar”.
Blasco explica que la aplicación de muchas de estas tecnologías se convierte al final en un círculo vicioso. “La bicicleta para mi tiene mucho más sentido en una ciudad sostenible que el coche, aunque sea eléctrico, porque influiría más sobre la calidad de la ciudad. Si el coche eléctrico, al final, lo voy a ver amontonado delante de mi casa o en la plaza de mi barrio, no me está resolviendo el tema del todo”.
En cuanto a la arquitectura ecoefeiciente, para Carmen Blasco, “antes tiene que pasar por unos recursos arquitectónicos que no llevan asociados tecnología, sino que se trata más bien de un cambio de mentalidad, que creo que es lo fundamental. No estoy diciendo un no a la tecnología, sino que no nos apoyemos tanto en ella como hemos hecho hasta ahora, porque ella misma se retroalimenta”.
Los plazos para construir la ciudad sostenible ideal, para la arquitecta, no deberían existir, porque en la actualidad ya se encuentran al alcance los medios técnicos y conocimientos necesarios.
“Claro que sí, pero ahora y hace 50 o 100 años también. En temas de urbanismo el problema que tenemos desde hace mucho tiempo es que no deciden los técnicos, no deciden los arquitectos, deciden los poderes que residen en los gobiernos, los municipios y ayuntamientos de la región y los poderes económicos que son los promotores que nos han machacado la ciudad, haciendo todavía más difícil que sea sostenible”, concluye Carmen Blasco.
DESTACADOS:
* La ciudad estadounidense de Phoenix, en Arizona, espera una reducción del 70 por ciento en las emisiones de gas para los próximos años y, de esa forma, convertirse en la primera ciudad americana “cero carbono”.
* Para Carmen Blasco, directora de la cátedra de Municipios Sostenibles de la Universidad Politécnica de Valencia (este de España), el principal requisito que ha de tener una ciudad sostenible es que sea saludable. “Se habla mucho de sostenibilidad en economía o en temas ambientales, pero yo creo que hay que empezar por pensar en una ciudad saludable”.
* Los plazos para construir la ciudad sostenible ideal, para Carmen Blasco, no deberían existir, “porque en la actualidad ya se encuentran al alcance los medios técnicos y conocimientos necesarios”.

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