A quién le disgusta que le regalen un dulce, nos decían de pequeños, luego resultó que el dulce era malo para los dientes, el azúcar excesivo creaba problemas de salud, y la alegría duraba poco en casa del pobre que era otra de esas frases con las que crecimos en esta España ya olvidada.
Entonces, se vivía en la calle, se jugaba en la calle, los juguetes eran en su mayoría construidos manualmente, pocas cosas se tiraban, el reciclaje, la reutilización, el aprovechamiento de los materiales era la norma.
Pero llegó la economía moderna, la de usar y tirar, la de lo quiero y lo tengo y sino puedo lo compro a crédito Llegó la economía de que los medios y los útiles debían de durar un tiempo determinado para que se tuvieran que cambiar por otros cuanto antes mejor, acortando la vida útil del producto...
Todo iba viento en popa, el consumo crecía cada día, se llegaban a cifras de viajeros increibles, de nuevos modelos de cualquier bien. La vida ideal, el paraiso soñado al alcance de la mano.
No arregle su coche, cámbielo.
Mil y un ejemplos de todos conocidos.
Y de pronto, llegó la malaria, el paro, la inseguridad en el futuro, dispara las alarmas y se comienza a dar cuenta, al menos un amplio porcentaje de población que somos adictos al consumo.
Y esa como cualquier otra adición es controlable y sanable pero en este caso con mayor naturalidad ya que una de las consecuencias de la situación es el descenso del consumo.
Y se comienza a descubrir que existen bienes y servicios que no tiene coste alguno, unos directamente consecuencia de la situación y otros obtenidos por una mayor preocupación por la salud.
Así las personas mayores descubren que los parques, los paseos marítimos, las calles también sirven para pasear y que pasear es bueno: Quien mueve las piernas mueve el corazón nos dicen.
Y lo más importante es GRATIS.
Aparecen los carriles bici, a los parques se les da mayor importancia en el diseño urbano, los huertos y la agricultura ecológica adquieren mayor nivel.
En lugar de ocupar el tiempo libre en gastar o en estar en un centro comercial se vuelve a descubrir la calle con sus terrazas, sus zonas peatonales, etc.
Un proceso imparable que nos lleva a preocuparnos por la salud y la alegría desde una óptica diferente, la del Gratis total y ese gratis total que se va a ampliar en los próximos años va a generar nuevas dinámicas en el urbanismo que ya comienzan a vislumbrarse.
La cura para el consumo, el gastar es el gratis total. Hagámonos apóstoles del gratis total y en este caso: CONSUMIR SIN MODERACIÓN, eso sí,si toma el sol con protección.
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